Carmen Delia Silva-Arroyo, nacio en Vega Alta Puerto Rico el 4 de diciembre de 1951, falleció el 1 de agosto de 2025 en New Bedford, Mass. Carmín nació de (precedida en muerte) Catalina Silva-Arroyo y (precedida en muerte) José Silva-Figueroa de Vega Alta. A Carmín, como muchos la conocían, le sobrevivieron su hermano Juan Silva-Arroyo (Johhny) de Arecibo, Puerto Rico y José Antonio Silva-Arroyo (Papote) de Vega Alta, Puerto Rico. A Carmin le sobreviven sus tres hijos, Jose Manuel Meléndez, Dimarys Meléndez y Alex Meléndez. También le sobreviven sus 10 nietos: Lucero Moreno, Christian Meléndez, Joel Vélez, Alex Joel Meléndez, Yamil Meléndez, Ismael Meléndez, Jarel Meléndez, Giomani Meléndez, Aleani Meléndez y Amaya Meléndez. También le sobreviven sus 3 bisnietos: Kiraleez Meléndez, Amalia Burgos y Calix Meléndez, y numerosos sobrinos y sobrinas, entre otros familiares. Carmín también deja muchos amigos cercanos que conoció a lo largo de los años.
Carmín fue una de 12 hijos y la hija menor. Nacida en una familia numerosa y pobre, Carmín solo terminó quinto grado y desde pequeña limpió casas y cuidó niños hasta que se hizo adulta. Carmín conoció a su esposo Ismael Meléndez a los 15 años y se casaron 6 años después, cuando ella tenía 21. En 1973 nació Manuel, tres años después Dimarys y tres años después Alex. Carmín viajó de Puerto Rico a Boston y viceversa hasta que se estableció y se quedó allí. Vivió en muchos lugares, incluyendo Roslindale, Roxbury, East Boston y, finalmente, Dorchester. Si conocías a Carmín, sabías que su familia era muy importante para ella. Era quien llamaba a todos y se aseguraba de que estuvieran bien. Le encantaba bailar, ya fuera en una fiesta, limpiar o cocinar, y Facebook tiene muchos videos que lo demuestran. Sus artistas musicales favoritos eran Amanda Miguel, Rocío Dúrcal, José José y Tito Nieves, solo por nombrar algunos. A Carmín le encantaba ir de compras y ver su telenovela favorita con su hermano Johnny.
Carmín era hija, hermana, tía, madre, abuela, prima y amiga, a quien muchos conocían por su cabello rojo y su gran sonrisa. Cuando hablaba de algo tonto o gracioso, se reía hasta que le dolía el estómago. Lo único que tenía Carmín era la honestidad: quisieras oírlo o no, te lo decía porque lo necesitabas, y por eso tanta gente la respetaba. Empezaba diciendo rápidamente "¿mira?", y ahora era necesario prestarle atención. Carmín estaba en sintonía con el 2025; a veces enviaba mensajes de texto más rápido que la mayoría de nosotros, incluso enviaba mensajes de voz, algo que yo no hago.
Voy a ser sincera: no estaba lista para despedirme y sé que tú tampoco. Pero lo que me da paz es saber que ya no sufre y que está no solo en manos de Dios, sino también en los brazos de sus padres. Aunque nos duele el corazón, nos reconforta saber que el espíritu de Carmín sigue con nosotros. En nuestros recuerdos, en nuestras risas y en el amor que seguimos compartiendo, siguen vivos. Hasta que nos volvamos a encontrar, Carmín, te extrañaremos.
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